LA ENSEÑANZA EN ESCENA

LO URGENTE, LO NECESARIO Y LO RELEVANTE EN EL CAMPO PEDAGÓGICO Y DIDÁCTICO

Docentes/Coordinadoras: Noemí Bardelli y Micaela De Vega

EJE TEMÁTICO 1: LO URGENTE

Clase 2: La permeabilidad del aula y la coreografía de los cuerpos ante el contexto social-cultural

Objetivo de la clase

Repensar las condiciones actuales del aula, la posibilidad de las clases y el encuentro con los cuerpos.

Presentación de la clase

Ante aquello que se configura como urgente en tiempos de pandemia, el tejido de la micropolítica de la enseñanza nos interpela hoy con muchas preguntas que nos llevan a pensar en nuevos tiempos y espacios donde la tarea docente también está buscando sostenerse. La sensación de “estar en el aire”, “en la nube”, “en el ciberespacio”, “a la distancia” enseñando y aprendiendo nos genera resistencia o al menos incomodidad, ya que hasta el momento nos era casi imposible pensar a la educación fuera de la institución escolar, no concebíamos escuelas sin aulas, ni docentes enseñando sin las miradas y los cuerpos de los estudiantes.

El aula, sus paredes, la disposición de sus bancos, sus olores y los movimientos de los cuerpos bajo la dinámica de la rutina escolar nos remite sin dudas a un espacio educativo privilegiado cuya organización devela modos de pensar la enseñanza y de configurar las prácticas pedagógicas. Allí también se reconocen formas de comunicación que dejan entrever los procesos que transitan los vínculos en los encuentros con el saber en el marco de la autoridad pedagógica que legítima el sentido político del gobierno de estos espacios escolares.

Caruso y Dussel (1999)[1] nos recuerdan que desde la invención del aula se sostiene la necesidad de pedagogizar a los cuerpos en una especie de ritmo continuo y sincrónico que de forma imperceptible impregna las conductas con hábitos que, bajo los mandatos de obediencia, disciplinamiento, vigilancia, autocontrol, desde la modernidad regulan y dan cuenta de todos los sí de lo escolar.  Allí, en el espacio que tiene tiempos finitos y regulados, se inventan y se reinventan en la cotidianeidad de lo escolar modos en los que la idea de estar en el aula es mejor que estar en otros lados porque allí se presenta, se descubre, se aprende y se crea el mundo (Larrosa, 2019)[2]. Es en ese lugar donde se encuentran derechos y necesidades, posibilidades y barreras, sin embargo lo común permite que los cuerpos, como fenómenos sociales, culturales e históricos insertos en una trama escolar de sentido y significación, coordinen para sentirse parte de un todo que aprende y se educa. 

Entendiendo que el acto didáctico es por sobre todas las cosas un proceso comunicativo, los mensajes no verbales que encarnan las miradas y los desplazamientos de los cuerpos dentro del aula comunican pensamientos y emociones de la praxis pedagógica que son expresados singularmente pero interpretados en la dinámica imprevisible de lo grupal. Al respecto de las miradas en el aula, Nicastro (2011)[3] plantea que éstas viajan, portan, hablan, se inscriben en un mundo sensible, en un universo simbólico que es irreductible e imposible de traducción literal pero que muchas veces se acompaña de escuchas osadas que nos abren la posibilidad de interrogación, de interpretación cognitiva, de empatía didáctica y de acción pedagógica. Los cuerpos por su parte se expresan y definen a través de un repertorio particular de actividades perceptivas, expresiones de sentimientos, ritos de interacción corporal, juegos de apariencia y de seducción, universos morales específicos, reglas de etiqueta y vestido, inscripciones corporales y relaciones con el placer, el deseo, el dolor, el sufrimiento o la estima (Mauss, 1971; Picard, 1986; Goffman, 1986)[4].

En este tiempo de excepcionalidad y poniendo a la enseñanza en escena cabe por lo tanto preguntarnos: ¿cómo recobrar el sentido del para qué del aula cuando en un parpadeo hemos dejado de asistir a ellas?, ¿qué sucede cuando tal contorno es permeable, traspasable y poco tangible como en estos días?, ¿qué tenía el aula que hoy nos cuesta hallarla a través de las pantallas? y ¿cuál es el futuro del aula desde el presente?

Partimos de considerar que el núcleo de la enseñanza, se ha movido de lugar, precisamente el aula “móvil y hogareña” que hemos de construir, nos replantea nuestras propias necesidades y nos confronta con ciertas limitaciones también que requieren de nuevas inventivas didácticas. Brailovsky (2019)[5] remite a las operaciones de suspensión del orden usual de cosas para explicar que en la escuela, las cosas no son las cosas o, mejor dicho: no son las mismas cosas si están en la escuela. Allí, ellas están al servicio de lo que la escuela hace y, entonces, se transforman. El autor plantea que “… por “cosas” nos referimos a todo aquello que habrá de convertirse en objeto y materia de estudio (libros, herramientas, palabras) y que ya no serán lo mismo cuando se las encuentre en el aula. Quizás por la misma razón que impulsaba a Larrosa a decir que en el aula hay que estar un poco incómodo, que en el aula uno no puede ni debe estar ´como en casa´” (p.29).

Lo expuesto abre múltiples sentidos políticos para pensar el aula como un espacio donde vivimos en sintonía pedagógica, practicamos el arte de adaptar el saber, habilitamos el acto de conocer. Allí se provocan gestos de independencia intelectual y se proponen paréntesis abiertos que provocan una forma de pensar formativa en un sentido trascendente (Brailovsky, 2019). Por lo tanto, ¿qué implica concebir y vivir el aula como una construcción permeable?

En principio su capacidad de ser atravesada por diversos factores en un tiempo dado que afecta  las dinámicas de encuentro que allí tienen lugar como así también los vínculos pedagógicos y las relaciones epistémicas. Justamente la permeabilidad posibilita nutrirse de aquellos componentes y asuntos de la cultura que hacen del aula un espacio atravesado por la realidad en busca de ser habitado. En este sentido, Lion (2014)[6] añade la idea de la porosidad del aula para pensar en pleno siglo XXI en espacios pedagógicos que inviten al conocimientos a “entrar por todas partes” aludiendo así a la influencia no sólo de las tecnologías sino a nuevos procesos de interacción e intercambio en una cultura de colaboración y construcción colectiva de experiencias.

Las condiciones de la enseñanza en estos tiempos nos llevan a encontrarnos con entornos de aprendizajes jaqueados por la suspensión del tiempo y del espacio que le son propios a la tarea didáctica en el mundo escolar. En este sentido estamos ante un tiempo que se licuó y desdibujó, dado que las pausas que en la no pandemia le otorgan sentidos a la organización de la enseñanza hoy deben ser repensadas entre los espacios del hogar que alojan las posibilidades o no de la continuidad pedagógica. Como todo lo se suspende queda en pausa, en estas aulas los cuerpos parecerían haberse frenado,  estar perdidos o bien han comenzado a improvisar otras coreografías que hoy nos resultan tan novedosas como inciertas. La realidad se impone y con ella la necesidad de soportar la angustia requerida para aceptar que las aulas que heredamos de la escuela moderna ya no están como las conocíamos y que nos encontramos repensando la enseñanza en espacios permeables al contexto.

Enseñar en otras aulas nos remite por lo tanto a explorar, analizar e interpretar nuevos modos, lenguajes y posiciones en el encuentro pedagógico que nos llevan a sostener la comunicación didáctica separada de la materialidad escolar física conocida. Por lo tanto, cabe comprometernos a pensar en “lo urgente” preguntándonos: ¿en qué aulas estamos dando clase hoy?, ¿de qué modo seguimos dando apertura y bienvenida a otros desde sus casas?, ¿qué condiciones didácticas estamos construyendo para encontrarnos en un espacio común?

El sentido de la permeabilidad del aula que venimos problematizando quizás esté dando luz a la comprensión de nuevas coreografías de los cuerpos que hoy la enseñanza está reconociendo y ensayando en otros escenarios. No obstante,  seguimos teniendo aula  mientras haya mediación política que legitime la relación pedagógica, el compromiso con la tarea y la implicación con un grupo de aprendizaje.

Por último compartimos algunas cuestiones que son comunes de encontrar en las AULAS, donde se construyen y se desarrollan las CLASES, las mismas surgen de los relatos de diversos docentes y estudiantes en su tarea diaria de enseñar y aprender en los contextos emergentes de hoy.

    1. Existen desigualdades (profundizadas a veces) en el “acceso” a los recursos, al conocimiento y a las propuestas de enseñanza.
    2. Se presentan conflictos en la organización de las clases. Encontramos en varias oportunidades, deficiencias en la delimitación de los que es necesario considerar para el “normal desarrollo de la clase”, tanto por parte de estudiantes, pero más aún por docentes: “no se prevé el recurso”, “no se hacen devoluciones”, “se planifica inadecuadamente el tiempo de las actividades, etc”.
    3. Hay ausencia de otras voces. La soledad de “los otros” que aprenden, pero que no se visibilizan en las clases y su reconocimiento (para el docente) se dificulta.
    4. La exposición del sujeto que aprende. En algunas clases se demanda excesivamente la exposición de un “otro”, generando en más de una oportunidad diferencias en los ritmos, posibilidades y tiempos de aprendizaje.
    5. La exposición del sujeto que enseña. La enseñanza como asunto público necesariamente nos expone como docentes, todo lo que decimos, hacemos y proponemos deja de ser privado, en el momento que sucede en el contexto de una clase.
    6. La presencia del “panóptico” se centra en el docente, ese ojo que ve, controla y en algunos casos, es solo su perspectiva la que cuenta.
    7. Los silencios pedagógicos y con ellos la  ausencia de oportunidades para el aprendizaje.

De este modo, recrear nuevos sentidos y preguntas a la espacialidad de las aulas que emergen en este tiempo nos enfrente ante la urgencia de pensarla como un espacio donde tienen lugar las decisiones didácticas en el marco de un proyecto pedagógico y político en clave institucional.


[1]  Dussel, I., & Caruso, M. (2003). La invención del aula: una genealogía de las formas de enseñar. Santillana.

[2] Larrosa, J. (2019). Esperando no se sabe qué. Sobre el oficio de profesor. Noveduc.

[3] Nicastro, S. (2011) Revisitar la mirada sobre la escuela. Exploraciones acerca de lo ya sabido. Rosario: HomoSapiens

[4] Mauss, M. (1971) “Técnicas y movimientos corporales”, en Sociología y Antropología, Madrid: Tecnos.
Goffman, E (1986) La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires: Amorrortu.
Picard, D. (1986) Del código al deseo. El cuerpo en la relación social, Buenos Aires: Paidós.

[5] Brailovsky, D. (2019). Pedagogía (entre paréntesis). Noveduc.

[6] Lion, C. (2014) “Las prácticas de la enseñanza recreadas en los escenarios de alta disposición tecnológica”. En: Polifonías Revista de Educación – Año III – Nº 5 [pp 101-127]

Bibliografía sugerida

Dussel, I., & Caruso, M. (2003). La invención del aula: una genealogía de las formas de enseñar. Santillana.

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Nicastro, S. (2011) Revisitar la mirada sobre la escuela. Exploraciones acerca de lo ya sabido. Rosario: HomoSapiens

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