LA ENSEÑANZA EN ESCENA

LO URGENTE, LO NECESARIO Y LO RELEVANTE EN EL CAMPO PEDAGÓGICO Y DIDÁCTICO

Docentes/Coordinadoras: Noemí Bardelli y Micaela De Vega

EJE TEMÁTICO 1: LO URGENTE

Clase 1: La democratización de la enseñanza: la humanización de las propuestas y el sentido político de las actividades.

Objetivo de la clase

Reflexionar sobre la enseñanza como problema político en el escenario actual.

Presentación de la clase

El contexto “urgente” de una pandemia, sin dudas, nos llevó en estos días a poner en discusión el sentido de las libertades y los derechos ante los cuales desfila la educación con diversas propuestas de enseñanza. Frente a este debate siempre vigente, desde hace tiempo Meirieu (2016) reconoce la existencia de dos posturas educativas que remiten a posiciones filosóficas bien identificadas. Por un lado, se considera que “respetar” al sujeto que aprende impone ante todo la necesidad de comprender su situación y actuar sobre ésta a fin de ofrecerle las mejores condiciones posibles para su desarrollo en pos de la adquisición de una futura autonomía. Por el otro lado, se estima que ninguna libertad puede emerger sin la postulación de una libertad cuya existencia siempre es necesario anticipar, aún en las peores circunstancias personales, dado que el sujeto que aprende es incapaz de resistirse a las presiones que sufre y esta es una forma de desprecio y de resignación. Estas posiciones que rondan entre determinismos y libres albedríos se actualizan en el escenario educativo actual y demandan revisar tanto ideas como prácticas acerca del quehacer docente y de la enseñanza particularmente para repensar y reconstruir las bases de un proyecto político pedagógico que “nos libere” de trabajar en la educación (Sacristán, 2013) como seres descreídos, desilusionados y anómicos, es decir, en  pos de una democratización de la enseñanza.

Teniendo en cuenta lo expuesto, comprender a la enseñanza como un objeto complejo y significativo de reflexión y, a su vez, de intervención plantea la necesidad de hacer foco en su democratización entendiendo que la misma se torna un problema político al considerar que desde las prácticas emergentes se incide en la construcción de políticas educativas. Terigi nos acompaña en esta reflexión al plantear que la enseñanza se sabe política cuando asume la responsabilidad social de lograr que todxs los que asisten a las escuelas, en calidad de alumnxs, alcancen las metas educativas que se consideran valiosas para el conjunto de la población. Esto demanda legitimar desde una perspectiva didáctica que en cada práctica pedagógica se juega el proyecto político y sus condicionantes. En este sentido, “La didáctica sabe qué, aunque existe cierto grado de autonomía para la enseñanza, proyectos didácticos alineados en la producción histórica de la igualdad encuentran serios límites en contextos institucionales segregatorios (Conell 1997) y sabe qué políticas igualadoras tropiezan inexorablemente con los límites que les plantea una enseñanza que no haya sido interpelada en sus supuestos homogeneizadores” (Terigi, 2004 p.193).

Entender el sentido político de la enseñanza a partir de sus actividades traslada la discusión de la mirada instrumental de la didáctica que aplica y concreta en el plano de las prácticas los propósitos de las políticas educativas a la revisión y el análisis sobre las decisiones políticas que tomamos cada unx de lxs docentes al enseñar recreando las condiciones institucionales de escolarización en las que se espera que el aprendizaje tenga lugar. Esta última situación mencionada visibiliza una vez más la soledad que caracteriza la tarea de pensar y proponer actividades que genuinamente sean propuestas inclusivas en los contextos aún más adversos e impensados, incluso en estados de excepción como el actual y en otros posibles que puedan llegar a venir.

Avanzar en un contexto social que deshumaniza las prácticas de enseñanza afecta el deseo de orientar las políticas educativas y guiar las prácticas docentes careciendo toda acción de sentido y vislumbrando el fracaso como porvenir. Por lo tanto interpelarnos respecto al sentido político de la enseñanza se presenta como una urgencia en pos de la democratizar lo educativo siendo que “El hecho de enseñar a nuestros semejantes y de aprender de nuestros semejantes es más importante para el establecimiento de la humanidad que cualquiera de los conocimientos concretos que así se perpetúan o transmiten de las cosas” (Savater, 2007, p. 31)[1]. Pensar la educación como condición de humanización nos coloca en el corazón de la enseñanza y su carácter formativo y emancipador rescatando frente a las urgencias del contexto su sentido político que es: saberse persona, saberse humano entre humanos, para incluir a esos otrxs y construir conciencia de dignidad de modo tal de alcanzar y recuperar los derechos olvidados, vulnerados e ignorados en tiempos y espacios escolares alternativos. En este escenario, democratizar la enseñanza implica luchar por la apertura de espacios de debate y definición política, donde tengan lugar reconocido, de fuerza, aquellos otros intereses y formas de pensar lo educativo hasta ahora inexistentes, impensados o ajenos, subalternos o  marginales.


[1]  Savater, F. (2007). El valor de educar. Educere, tercera impresión (13). Editorial Ariel. Barcelona

Materiales y recursos de la clase

Meirieu, P. (2016). Recuperar la pedagogía. De lugares comunes a conceptos claves. Paidós Argentina.

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Sacristán, G. (2013) En busca del sentido de la Educación. Morata: España.

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Terigi, F. (2004) “La enseñanza como problema político”. En Diker G. y Frigerio G. (2004) La transmisión en las sociedades, las instituciones y los sujetos: un concepto de la educación en acción. Centro de Publicaciones educativas y material didáctico. Buenos Aires. 

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Savater, F. (2013) “Ética para enseñar” En: Conferencia en IV Congreso de Mentes Brillantes. Disponible en: